Era hora de ser yo. Era hora de poner todo en orden. En un momento me perdí, quise ser otra, pero aprendí a volar, aprendí a imaginar, yo no era lo que todos veían de mí. Conocí a quien conoce mejor mi realidad. Pensé que sería mejor olvidar, pero me detuve. No había nada que olvidar. Ni siquiera tenía que mirar hacia atrás incluso parecía absurdo “mirar hacia delante” era mejor vivir.
Era mejor despertar todos los días en sueños que eran palpables, no había daños. La mitad de la población sentía la brisa sobre la piel, sueños que después de haber estado en soledad ahora estaban regados en jardines, praderas, oasis, mares, lagos, naturaleza. El olor al salir a las calles era de tierra mojada, húmeda, impregnada de tantas maravillas, antes parecía haber sido gris, sin vida, sin sentido, apagada, pero regresó.
Conocía cada detalle de tu universo, sabia como encender cada estrella que se ocultaba tras cada uno de los poros de tu piel, lentamente se hacía más peligroso mi conocimiento. Lentamente se adueñaba de mi una sensación profunda, era algo cálido, eléctrico, extraño, delicioso.
Nada tenía un curso, todo era al momento, espontáneo como debería de ser el amor. Inocente, como un juego de niños, que cuando tienen miedo se esconden detrás de las piernas de sus padres con las miradas que piden disculpas sin haber hecho nada, sin haber roto el mundo; Tiernos, sin esperar nada de nadie, sólo regalos y dulces, juegos, risas; alegres, siempre riendo y llorando por cosas que con un dulce abrazo convierten aquellas lágrimas en sonrisas... Y tu mirada desde donde estas es tan tierna, tan perfecta, me hace querer guardarla en mi memoria, jugar con ella, no esperar nada, me hace olvidar lo que me hacia llorar, me hace feliz.
Era mejor despertar todos los días en sueños que eran palpables, no había daños. La mitad de la población sentía la brisa sobre la piel, sueños que después de haber estado en soledad ahora estaban regados en jardines, praderas, oasis, mares, lagos, naturaleza. El olor al salir a las calles era de tierra mojada, húmeda, impregnada de tantas maravillas, antes parecía haber sido gris, sin vida, sin sentido, apagada, pero regresó.
Conocía cada detalle de tu universo, sabia como encender cada estrella que se ocultaba tras cada uno de los poros de tu piel, lentamente se hacía más peligroso mi conocimiento. Lentamente se adueñaba de mi una sensación profunda, era algo cálido, eléctrico, extraño, delicioso.
Nada tenía un curso, todo era al momento, espontáneo como debería de ser el amor. Inocente, como un juego de niños, que cuando tienen miedo se esconden detrás de las piernas de sus padres con las miradas que piden disculpas sin haber hecho nada, sin haber roto el mundo; Tiernos, sin esperar nada de nadie, sólo regalos y dulces, juegos, risas; alegres, siempre riendo y llorando por cosas que con un dulce abrazo convierten aquellas lágrimas en sonrisas... Y tu mirada desde donde estas es tan tierna, tan perfecta, me hace querer guardarla en mi memoria, jugar con ella, no esperar nada, me hace olvidar lo que me hacia llorar, me hace feliz.
Y yo, ya con la mente en off... solo veo destellos de ti, de tu universo que un día fue mío, de tus besos que me alimentan más cada vez, con el tiempo que ya no es tiempo, ahora sólo es testigo.
Y al tiempo: Más lento, que la vida no termina pero se acaba. Más lento que no quiero pensar en el final, más lento que el arte de amarte sea lento, creativo, psicodélico, maravilloso, lento, hermoso. Más lento, para poder ser parte de cada átomo, de cada molécula, de cada célula, de lo infinito que tiene tu mirada. Más lento, que no termine, no quiero dejar de abrazarte, ni dejar de besarte, no quiero no pensarte... más lento!!!
IsSaBeLLe
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